Tengo que
reconocerlo, soy una niña mimada.
El asunto es que la
“mimadez” no consiste en regalos, dinero, apapachos…
No, soy una nena
mimada a la que le enloquece recibir sorpresas pendejas. Y lo mas chévere es
que mis amigos algunas veces se van, como dirían los gringos, “the extra mile”,
para consentir mis bobadas.
Soy una persona que
se crea costumbres fácilmente pero no se deshace de ellas tan fácilmente. Por
eso ha sido tan difílcil aprender a vivir sin Juan, porque teníamos tantas
costumbres y rituales que inventarme los míos propios es difícil y doloroso.
Ahora resulta que
tengo un “thesis coach” que me despierta todos los días con mensajes bonitos
que me hacen suspirar, desde una ciudad lejana, porque desde que me presentó a
su mama decidió pagar arriendo en mi cabezota porque todos los berracos días me
la paso pensando en él.
Si, el thesis coach
es el mismo mancito de la otra historia… así o mas bruta yo?
Ahora resulta que
cuando el tipo no manda mensaje por las mañanas me pongo a hacer pucheros, no
me sabe bien el desayuno, me como la pila del celular refrescando el inbox cada
2 minutos y salgo corriendo a T-mobile lista a demardarlos porque el servicio
de mensajería es requete picho.
Pero yo, muy cool.
Muy cool.
Cool mis polainas!
Me agüevé.
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